lunes, 17 de diciembre de 2012

Caminando en el Desierto


La fe Cristiana muchas veces es en contra de la lógica humana, cuando el presupuesto dice que estás en rojo,  pero meses has salido adelante, de dónde alcanzó, solo Dios y tu saben; que padeces una enfermedad que muchas personas han padecido y muerto pero aún estás con vida, incluso tu salud fue restaurada, que la familia parece desmoronarse pero poco a poco se va restaurando, etc., etc., etc. ¿No es cierto?... todos esos problemas no son más que desiertos por los que todos pasaremos, ¡aprendamos a avanzar en medio de él!

Los israelitas salieron de Sucot y acamparon en Etam, donde comienza el desierto. De día, el Señor los acompañaba en una columna de nube, para señalarles el camino; y de noche, en una columna de fuego, para alumbrarlos. Así pudieron viajar día y noche. Ex. 13.20-21 DHH.

Así como el pueblo de Israel pudo pasar el desierto de día y de noche, tú y yo podemos andar en medio de él porque El Señor anda con nosotros. El desierto es un escenario de extremos, en el día altas temperaturas y por las noches temperaturas bajo cero grados; ya sea en medio del sofocante calor del día porque Él forma una nube para poder descansar del calor del sol. O pasemos en el desierto en la impetuosa y fría noche podemos estar calientes porque Dios forma su columna de fuego para estar cálidos.

¿Quién dice que Dios no puede hacer milagros en medio del desierto?... Y Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino. Entonces sus discípulos le dijeron: ¿De dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, para saciar a una multitud tan grande? Jesús les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos. Y mandó a la multitud que se recostase en tierra. Y tomando los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud. Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas. MT. 15.32-37.

Si tratase de explicar cómo es que funcionan los milagros, ni yo pudiera explicarlos ni tú me comprenderías ya que nuestra mente no lo podrá hacer. Pero pasan, hay milagros en los desiertos que pasamos, ¡los hay!... Es por eso que te digo hoy sea cual sea el desierto que estás pasando Dios puede glorificarse, Dios protegió al pueblo de Israel en el desierto de día y de noche. Jesús multiplicó lo que tenían sus discípulos y alimento a toda una multitud en el desierto. Dios puede hacerlo contigo también, Él puede glorificarse también en tu vida; no importa el desierto, solo obedece a Dios, entrégale lo que tengas y cree.

Ya sea que recién comienza el desierto o ya tienes buen rato caminando sobre él, sigue caminando, paso a paso; día y noche. Dios se ocupara que no desmayes en el camino.

Dios te siga bendiciendo. 

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