He tenido la oportunidad de ver a los atletas olímpicos subiendo al podium para recibir su medalla ganada; y es algo muy común ver a estos atletas llorando al ver enarbolar la bandera de su país alcanzando uno de los tres lugares galardonados, y tienen mucha razón de llorar. Tanta preparación, tanto sacrificio, tanto esfuerzo ha valido la pena.
Muchos de ellos sufrieron humillaciones que no iban ni siquiera a ser profesionales ¿Cuánto más llegar a ganar una medalla olímpica?...
Que buen ejemplo recibí al ver una competición de este tipo, un atleta llorando en el podium recibiendo su medalla de oro; en su mente quizá recuerde todo el entrenamiento y las privaciones que hizo para cuidarse, que en sus inicios nadie lo conocía y hoy su nombre pasará a la historia.
Los cristianos estamos en una carrera espiritual, no hay excepción alguna. todos al decirle si a Dios, entramos automáticamente en la competencia, y es que debemos estar conscientes que no es fácil, claro que no, pero tenemos al mejor entrenador del universo.
Muchos de nosotros quizá hemos escuchado que no podremos, para que somos cristianos, porque vamos a la iglesia si "ni cambiamos", fuese como si las personas se empeñaran en vernos fracasados y caídos, no podrás, no podrás, no podrás suena muy fuerte en nuestra mente.
Estoy aquí para decirte que definitivamente valen más los SI de Dios que los NO de los hombres, si Dios te ha alcanzado, estará contigo siempre, lo que empezó en ti lo terminará y la perfeccionará hasta el día en que estemos con el Señor Jesús. FIL 1.6
Seguramente que al terminar la carrera rodarán lágrimas como esos atletas recibiendo su medalla, nosotros recibiremos nuestro galardón de nuestro Amado Señor.
Es por eso que hoy te digo: no te rindas y sigue avanzando en la carrera.
Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. FIL. 3.7-14.
Dios te siga bendiciendo.
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