miércoles, 30 de enero de 2013

¡No quiero ser tu hijo!


Mas de alguno de ustedes que lee esto se identifica con esta frase, ya que en un malestar contra sus padres por algún regaño, prohibición o amonestación dijeron ya no seré tu hijo, en mi inmadurez e ignorancia he dicho esto. Siempre seré hijo de mis padres; la gran mayoría de los casos nuestros padres tuvieron toda la razón.

Y es que los hijos, nosotros; demasiadas veces actuamos muy mal en contra de nuestros padres; sabiendo muchas veces que ellos tienen la razón, al final de tantas ellos ya pasaron por lo que nosotros empezamos a experimentar, debemos ceder a sus consejos.

Dios, mi padre; cuántas veces te he dicho no quiero ser tu hijo, no con mis palabras sino con mis acciones. Perdóname Señor porque he deshonrado la posición de hijo que me das; podría poner excusas pero tienes razón porque tantas veces he sido rebelde y desobediente a tus palabras.

He despilfarrado muchas veces tus bendiciones, me has dicho tantas veces cuál es el camino correcto sin embargo como necio me he desviado y aún viviendo las consecuencias de mis desaciertos, mi corazón se ha endurecido y el orgullo de pedir perdón de corazón ha impedido ser restaurado.

Señor, sé que me amas pero también sé que eres justo y no puede entrar en conflicto tu carácter divino por un rebelde como yo. Pero apelo a tu misericordia y tu gracia, vengo a ti a pedirte socorro porque he tocado fondo y mi situación no puede seguir así porque si continuase así, moriré.

… También dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. LC. 15.11-20.

La Parábola del hijo pródigo no es sólo una historia que leer, está sucediendo a cada momento. Y hoy como hijo de Dios, me acerco a Él; necesito su misericordia, que corra a mí, que me abrase, me bese y me perdone.

El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. PR.28.13.

Dios te siga bendiciendo.

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