Parece ser que todo humano tiene
un enemigo en común: Uno mismo.
Hay una batalla interna diaria
que muchas y lamentablemente hemos perdido; aunque Dios esta siempre dispuesto
a ayudarnos nosotros también debemos poner de nuestra parte para que con
nuestra vida honremos a Dios.
Hay varios miembros de nuestro
ser que debemos tener presentes que son nuestros enemigos.
Corazón: Aunque “nadie” sepa lo que estamos maquinando en hacer con
el solo hecho de pensar hacerlo realidad ya estamos ofendiendo a quien siempre
esta ahí: Dios. JER.17.9 Engañoso es el corazón más que todas las
cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?
Ojos: Nuestros ojos pueden decirle a alguien más lo que nosotros
estamos deseando profundamente, nuestra mirada nos puede llevar a pecar con el
solo hecho de mirar, (Todo lo grande por algo pequeño inicia). Hay unas
palabras muy radicales de Jesús con respecto a los ojos: MT.18.9 Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y
échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos
ojos ser echado en el infierno de fuego. Si tus ojos son ocasión de pecar,
evita y huye de todo aquello que puedes ver y es más fuerte que tu, no peques
mirando.
Manos: Nuestras manos se convierten en las autoras materiales de
nuestros deseos y pecados y una de la mejor manera de evitar esto es cortar
todo contacto que nos pueda inducir a pecar contra Dios. MT. 18.8 Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión
de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que
teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno.
Lengua: Uno de los más pequeños de nuestros miembros pero a la vez
quizá el más peligroso y difícil de controlar, procura en todo tiempo tener las
Palabras de Dios en tu boca, así no habrá espacio para que nuestra lengua nos
domine y pequemos más. SAN. 3.6 Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta
entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la
creación, y ella misma es inflamada por el infierno.
¿Si preguntarán quién es nuestro mayor enemigo? Sin dudarlo a parte
de Satanás somos nosotros mismos; nuestros deseos y concupiscencias; la vanidad
de la vida, los deseos de nuestra carne diariamente nos están empujando a pecar
y así darle lugar al Diablo para que reine sobre nosotros. Esto no debe ser
así, pues si Jesús es nuestro Salvador y Señor Él es quien debe reinar sobre
nuestra vida; con oración, alabanza y la Palabra de Dios en nuestro corazón no
daremos lugar a nuestros miembros a pecar.
PR.3.3 Nunca se aparten de ti la misericordia y la
verdad; Átalas a tu cuello, Escríbelas en la tabla de tu corazón; Y hallarás
gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres.
Dios te siga bendiciendo.
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