viernes, 12 de octubre de 2012

Lo que nunca tenemos olvidar: Ser como niños


Una de las cosas que más plenitud nos hará vivir es ser como un niño. Un niño es ingenuo (en el buen sentido de la palabra), sincero, alegre, sin rencores, con mala memoria (otra vez en el buen sentido de la palabra) para las cosas malas; en fin, muchas de las cosas que cuando crecemos tenemos esa tendencia a perder y en la mayoría de los casos nunca nos preocupamos de recuperar.

Un niño no es incrédulo, si yo como padre le digo a mi hija antes de ir a trabajar: “hija te voy a traer un regalo en la noche” ella se alegra y cuando me vuelve a ver me abraza y me pregunta: ¿Y mi regalo?... Estoy seguro que ella no duda de mi palabra, pues eso ha pasado cada vez que le he dicho eso; incluso sin decirle que le voy a llevar algo me dice “que me trajiste” (risas).  

También muchas veces que he tenido algún compromiso y por esa razón llego tarde, mi pequeña me espera hasta que llegue para recibir su regalo, muchas veces la he encontrado dormida esperándome… ¿No deberíamos ser así con nuestro Padre?

Un niño no tiene problemas en pedir perdón ni humillarse; cuando han sido castigados por alguna razón, la primer reacción de los niños es pedir perdón inmediatamente; es por eso que debemos ser como ellos siempre; Jesús dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. MT. 18.3.

Un niño al acercarse a los demás lo hace sinceramente, ¿no sé si ya lo has vivido pero alguna vez un niño te ha hecho una pregunta incomoda?... Es decir, esas preguntas que nos causan “pena” como porqué tienes ese corte de cabello, porqué tienes esa herida en el brazo, porqué es pequeño ese señor, porque es gordo esa persona… Sin duda alguna más de algunos de nosotros hemos recibido esas clases de preguntas “difíciles” de parte de ellos, y los niños no lo hacen con el afán de ofender, sino porque tienen preguntas que en su mundo no tienen aún respuestas.

Si el afán de este mundo, las presiones, los problemas, las traiciones llegan a endurecernos pidamos al Señor un corazón de carne, un corazón como un niño.

Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios. EZ. 11:19-20.

Dios te siga bendiciendo.

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