Una de las cosas que más plenitud
nos hará vivir es ser como un niño. Un niño es ingenuo (en el buen sentido de
la palabra), sincero, alegre, sin rencores, con mala memoria (otra vez en el
buen sentido de la palabra) para las cosas malas; en fin, muchas de las cosas
que cuando crecemos tenemos esa tendencia a perder y en la mayoría de los casos
nunca nos preocupamos de recuperar.
Un niño no es incrédulo, si yo como padre le digo a mi hija
antes de ir a trabajar: “hija te voy a traer un regalo en la noche” ella se
alegra y cuando me vuelve a ver me abraza y me pregunta: ¿Y mi regalo?... Estoy
seguro que ella no duda de mi palabra, pues eso ha pasado cada vez que le he
dicho eso; incluso sin decirle que le voy a llevar algo me dice “que me
trajiste” (risas).
También muchas veces
que he tenido algún compromiso y por esa razón llego tarde, mi pequeña me
espera hasta que llegue para recibir su regalo, muchas veces la he encontrado
dormida esperándome… ¿No deberíamos ser así con nuestro Padre?
Un niño no tiene problemas en pedir perdón ni humillarse; cuando
han sido castigados por alguna razón, la primer reacción de los niños es pedir
perdón inmediatamente; es por eso que debemos ser como ellos siempre; Jesús
dijo: De cierto os digo, que si no os
volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. MT. 18.3.
Un niño al acercarse a los demás
lo hace sinceramente, ¿no sé si ya lo has vivido pero alguna vez un niño te ha
hecho una pregunta incomoda?... Es decir, esas preguntas que nos causan “pena”
como porqué tienes ese corte de cabello, porqué tienes esa herida en el brazo,
porqué es pequeño ese señor, porque es gordo esa persona… Sin duda alguna más
de algunos de nosotros hemos recibido esas clases de preguntas “difíciles” de
parte de ellos, y los niños no lo hacen con el afán de ofender, sino porque
tienen preguntas que en su mundo no tienen aún respuestas.
Si el afán de este mundo, las
presiones, los problemas, las traiciones llegan a endurecernos pidamos al Señor
un corazón de carne, un corazón como un niño.
Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y
quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de
carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan,
y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios. EZ. 11:19-20.
Dios te siga bendiciendo.
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