viernes, 27 de abril de 2012

Molestos con Dios por no existir


Desilusión, todo ser humano ha sufrido una desilusión, pero es mucho más grave cuando Dios es quien “nos desilusiona”.

Todos tenemos anhelos, sueños, todos amamos a alguien, nos esforzamos por cumplir nuestras metas o ser “felices”. Y dependiendo de cuán importante sea para nosotros algún proyecto, persona u objetivo, sino logramos lo que deseamos será más fuerte la desilusión.

Y es que hay experiencias en nuestra vida que quisiéramos evitar pero como humanos somos tan frágiles que es inevitable que vivamos sucesos dolorosos.

Ya sea por nuestra ignorancia de las decisiones de Dios (nunca vamos a conocer plenamente a Dios) o porque al estar viviendo una experiencia muy desagradable buscamos a Dios y no encontramos ninguna respuesta, al fin de tantas muchos han llegado a cuestionarse sobre si Dios en realidad existe.  

El Señor ha dicho: «Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, ni son sus caminos mis caminos. Así como los cielos son más altos que la tierra, también mis caminos y mis pensamientos son más altos que los caminos y pensamientos de ustedes. IS. 55.8-9. RVC

Yo no puedo entender el dolor de perder a un ser muy amado porque murió repentinamente, perder un trabajo que sirve de sustento para la familia o recibir la noticia de una enfermedad grave y terminal; no puedo entender su dolor ni los puedo juzgar de estar molestos con Dios del porqué Él no evito esa muerte, ni guardo la fuente de ingresos o sanó esa enfermedad; yo no he pasado por nada de eso; aunque yo diga hoy por hoy que yo nunca me molestaría con Dios, ¡y ojala que así sea siempre! Pero los golpes tan fuertes que podemos sufrir nos pueden cambiar y endurecer nuestro corazón.

Lo “bueno” de todo esto, que Dios es “maduro” y entiende a sus hijos; sabe que nos molestamos, entristecemos, cuestionamos, dudamos, nos debilitamos… El es capaz de sobrellevar todo el enojo de sus hijos y cambiarlo por gozo, al final de tantas Él siempre tendrá la razón.

Como personas nunca podremos saber el futuro, aunque algunos pretendan conocerlo –pobres ignorantes– es como si fuéramos “miopes” hacia el futuro y Dios que no está gobernado por el tiempo es lo mismo el pasado, presente y futuro. Dios no hace cosas sin sentido, no es por dañarnos que permite circunstancias muy duras en nuestra vida y aunque todo ese proceso es doloroso –demasiado diría yo– como Jesús le dijo a Pedro, hoy nos lo dice a nosotros: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. JN. 13.7.

Y aunque en esta vida mortal, no lo entenderemos todo, si estoy seguro que tendremos “luces” de lo que Dios hace en nuestra vida, pero será cuando estemos con Él que entenderemos a plenitud las acciones que El Señor tomó en nuestras vidas fue para nuestro bien.

No espero convencerte de que no sigas molesto y decepcionado con Dios, pero de algo si puedo estar seguro; Dios no se equivoca y así como padres terrenales tomamos decisiones que a nuestros hijos no les gustan; Dios también toma decisiones que a nosotros como hijos no nos gusta.

Yo solo espero no fallar en una cuestión trascendental para superar todas las pruebas y dificultades que me vengan; no quiero fallar en confiar en Dios, porque si confío en Dios, estaré seguro que las decisiones que Él tome serán para mi bien.

Señor, yo confío en ti, y declaro que tú eres mi Dios. Mi vida está en tus manos; ¡líbrame de mis enemigos y perseguidores! ¡Haz brillar tu rostro sobre este siervo tuyo! ¡Sálvame, por tu misericordia! Señor, no permitas que sea yo avergonzado, porque a ti te he invocado. ¡Que sean avergonzados los impíos! ¡Que enmudezcan en el sepulcro! ¡Que sean silenciados los labios mentirosos, esos que hablan mal del hombre honrado y lo tratan con soberbia y desprecio! ¡Cuán grande es tu bondad, la cual reservas para los que en ti confían! ¡Delante de todos la manifiestas a los que en ti buscan refugio! En lo más recóndito de tu presencia los pones a salvo de la maldad humana; les das refugio en tu tabernáculo; ¡los pones a salvo de las malas lenguas! ¡Bendito seas,  Señor! ¡Grande ha sido tu misericordia por mí! ¡Me pusiste en una ciudad fortificada! En mi angustia llegué a pensar que me habías apartado de tu vista, pero tú escuchaste mi voz suplicante en el momento en que a ti clamé. Ustedes, fieles del Señor, ¡ámenlo! El Señor cuida de quienes le son fieles, pero a los que actúan guiados por la soberbia les da el castigo que merecen. Ustedes, los que esperan en el Señor, ¡esfuércense, y cobren ánimo! SAL. 31.14-24 RVC

Dios te siga bendiciendo.

2 comentarios:

esto lo escribieron exactamente para mi en este día, y a esta hora, se me rodaron las lagrimas, gracias por haberlo escrito.

Amigo, esa es nuestra intención que por medio de lo que escribamos Dios le hable al que lo lea... Espero que Dios esté siempre de tu lado y podas vencer en su nombre! Dios te bendiga!

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