Se establece la revolución como una idea
cambiante debido a lo que las circunstancias ameriten en el momento, éstas
pueden tener carácter económico, cultural, tecnológico, religioso, político,
social, militar, etcétera. En una revolución se pueden producir cambios
políticos y sociales de forma rápida y hasta violenta, con la participación de
amplios sectores de la población, como la Revolución francesa, la mexicana o la
rusa.”
Tomado de
Wikipedia.
A lo largo de la
historia de la humanidad se han producido cambios violentos en el orden de las
cosas generados por diferentes causas, a estos cambios drásticos se les llama
revolución, siglos atrás se dieron fenómenos como la “revolución industrial” o
la “revolución francesa” que introdujeron nuevas formas de pensamiento a las
vidas de las personas de aquel entonces, cambios que hoy en día son cosas
cotidianas, pero en ese momento representaron un verdadero hito en la cultura.
Actualmente se
le llama “revolucionario” a quien no respeta las normas establecidas por la
sociedad para la vida en comunidad, o bien, a aquellos que desprecian a las
autoridades y gobernantes, sin embargo el término va aún más allá de eso, si nos basamos en el concepto de revolución,
podemos apreciar que revolucionario es aquel que propone cambios drásticos de
un estado de vida a otro, es decir, aquella persona que propugna una nueva
forma de pensar o hacer las cosas, pero este cambio debe tener esa cualidad de
ser radical, repentino y de alguna manera “violento”.
En el transcurso
de nuestras vidas nos vemos frente a la necesidad de cambiar de manera drástica
nuestra manera de vivir, cuando salimos del colegio y vamos a la universidad
nuestros hábitos cambian, cuando luego de ser solteros nos convertimos en
esposos o esposas y luego en padres algo en nuestro interior hace “click” y nos
convertimos en personas distintas, no porque nuestra esencia o personalidad se
hayan perdido, sino porque hemos madurado, o de alguna forma “evolucionado” en
algo mejor, es necesario decir que no todo cambio es bueno, un cambio sin un
propósito nunca será para mejorar, pero cuando se “revoluciona” algo por
determinadas circunstancias y en busca de lograr un fin provechoso, ese cambio
será siempre bueno.
Cuando hacemos
lo que todo el mundo hace, aquello que se considera “normal” no estamos
proponiendo esa nueva manera de hacer las cosas, muchas personas hoy en día
hacen muchas cosas que a Dios no le agradan y por ello creen ser “verdaderos
revolucionarios”; sin embargo, esto es una farsa creada por mentes débiles y
conformistas, no hay nada de revolucionario en hacer lo que todo el mundo hace,
si la revolución es un cambio y ser revolucionario es propugnar por ese cambio,
en una sociedad donde el pecar está a la orden del día y donde todos hacen lo
que quieren para complacer sus más primitivos instintos, aun en contra de la
voluntad de Dios, el ser revolucionario es levantar la voz por encima del montón
y gritar al mundo que necesita un cambio, pero no un cambio por encima nada mas
(o una reforma) sino un cambio genuino, radical y repentino.
Nuestro mundo
vive hoy en día la que quizás podría ser catalogada su peor época en lo que va
de la historia y es precisamente de esta historia de la que debemos de aprender
para no cometer los mismos errores de antaño, es tiempo de mirar al pasado y
ver en qué fallamos, es momento de valorar si acaso todo lo malo que vivimos no
es culpa de habernos alejado del camino correcto que Dios tiene para nosotros,
es tiempo de comenzar a revolucionar el mundo entero, sin embargo este cambio
comienza en cada uno de nuestros corazones, es ahí donde fraguan las
revoluciones, es ahí donde hoy puede nacer una verdadera “revolución cristiana”,
este cambio necesita valientes que se levanten y que a pesar de las críticas y
de la oposición de aquellos que están dormidos y acostumbrados al sistema, eleven
su voz para decir que necesitamos cambiar, necesitamos volver a Dios,
necesitamos revolucionar nuestras vidas de un estado pecaminoso a uno
santificado por nuestro Señor, hoy es el día de levantarnos y revolucionar al
mundo un paso a la vez.
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