Desde el más grande hasta el más
pequeño, desde el más fuerte hasta el más débil, hay una verdad absoluta: no es
bueno estar solo.
Es curioso y a la vez alarmante
las estadísticas de hoy en la iglesia; que muchos de sus líderes están tirando
la toalla y dejan su Ministerio; aunque cada caso es muy particular, la gran
mayoría tiene algo en común: llevar tantas cargas solo los debilitó hasta el
punto de rendirse.
Moisés, uno de los líderes más
grandes e influyentes de la historia se cansó al grado de entrar en ¡acaloradas
discusiones con Dios! Y Así como Moisés que fue un humano de carne y hueso, tú
también te cansas. ¿Eres humano?
Hay una interesante historia
narrada en NM. 11.4-17 el pueblo de Israel se quejaba pues las condiciones
en la que estaban viviendo no eran lo que ellos esperaban pues no habían
llegado a la tierra prometida, pero en definitiva no peor de las que vivieron
en Egipto.
Moisés que tenía como
responsabilidad llevar a todo el pueblo a la tierra prometida, tenía que lidiar
como líder con tan rebelde pueblo; en esta ocasión el pueblo se quejaba porque
ya estaban aburridos de comer lo mismo (maná) y extrañaban el pescado que comían
en Egipto, aunque eran sumamente explotados y maltratados extrañaban el
pescado. ¡Tan mal estaba este pueblo!
Moisés entra en una acalorada
discusión con Dios y le dijo: ¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿y por qué no
he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo
sobre mí? ¿Concebí yo a todo este pueblo? ¿Lo engendré yo, para que me digas:
Llévalo en tu seno, como lleva la que cría al que mama, a la tierra de la cual
juraste a sus padres? ¿De dónde
conseguiré yo carne para dar a todo este pueblo? Porque lloran a mí, diciendo:
Danos carne que comamos. No puedo yo solo
soportar a todo este pueblo, que me es pesado en demasía. Y si así lo haces
tú conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y
que yo no vea mi mal. NM. 11.11-16.
En otras palabras, el reclamo del
pueblo de Israel fue la “gota que derramo el vaso”, el gran líder Moisés había
tocado fondo, ya no aguantaba más. ¡A gritos pedía un asistente, dos o tres!...
el punto es que no podía seguir llevando carga tan pesada solo.
Dios entendió el malestar de
Moisés, y así como uno reclama a otras personas quizá en momentos de enojo
Moisés no ocupo las palabras correctas con Dios, pues fueron muy subidas de
tono; El Señor lo entendió y le dio lo que él necesitaba: Ayuda de otros.
Entonces El Señor dijo a Moisés:
Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son
ancianos del pueblo y sus principales; y tráelos a la puerta del tabernáculo de
reunión, y esperen allí contigo. Y yo descenderé y hablaré allí contigo, y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré
en ellos; y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo. NM. 11.17.
Si eso le pasó a uno de los
hombres más grandes de la historia de la humanidad me pregunto yo: ¿cómo no nos
va a pasar a nosotros? Es por eso que debemos reconocer que hay cargas
demasiado pesadas, aunque la podamos llevar por un cierto periodo de tiempo,
nos cansaremos; vuelvo a preguntarte ¿Si eres humano verdad? jaja
Uno, dos, tres o cuantas sean las
personas que te aman y estén cerca de ti, debes cuidarlas, Dios las usará
cuando más lo necesites. Y si actualmente no tienes a nadie, es una mentira; si
lo tienes, está ahí contigo, es ¡Dios!
Mejores son dos que uno; porque
tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su
compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo
levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo
se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán;
y cordón de tres dobleces no se rompe pronto. EC. 4.9-12.
Amigo, amiga, déjate ayudar por
quienes Dios ha puesto en tu vida para ayudarte, déjate ayudar por Dios mismo,
eres de carne y hueso; renueva tus fuerzas en Él.
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi
yugo es fácil, y ligera mi carga. MT. 11.29-30.
Dios te siga bendiciendo.
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