Del 100% de personas que hay en
la tierra el 100% tiene un lado que nadie más que uno mismo conoce y que
generalmente avergüenza, por más que lo neguemos o lo ocultemos, ahí está. A no
ser que seas un ángel encarnado o un extraterrestre quizá seas diferente
(sarcasmo).
Muchas personas parecen “buenas”
y aunque hagan cosas bien intencionadas, que beneficien al prójimo; esa
inclinación hacia el mal ahí está vigente en cada uno de nosotros. Es por eso
que Jesús dijo una de las palabras más sabias de la historia de la humanidad: “El que de vosotros esté sin pecado sea el
primero en arrojar la piedra” JN. 8.7.
Mas de alguna vez me he topado
con personas “mas santas” que yo, que lo único que hicieron fue hacerme sentir
mal y hoy entiendo más claramente que sin Dios son simples humanos necesitados
de Dios tanto como lo soy yo.
No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda. No hay quien busque a
Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo
bueno, no hay ni siquiera uno. ROM. 10-13.
Lo importante de esto, no es
saber que tenemos un lado oscuro que quizá solo Dios, nosotros conozcamos y
unos cuantos más conozcan (esto es para los disimulados). Para otros es notorio
que la maldad se ha sido liberada por ellos completamente. Sino qué hacer con
la inutilidad que tenemos dentro, con la desviación constante hacia el mal.
Como dijo Pablo, miserable de
nosotros, todos, quién nos librará de estos cuerpos de muerte, que hace lo que
no queremos hacer, y no hacemos lo que si deberíamos hacer. Que una parte
necesita a Dios pero la otra se inclina solamente al mal. (ROM. 7.7-25).
¿Qué Hacer? Misericordia y
perdón!... Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo
Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. ROM.
8.1.
Jesús nos dice hoy: Ni yo te condeno; vete, y no peques más. Lo
realmente importante de todo esto es que Jesús conociendo tal cual somos, ha
extendido su mano de Gracia y perdón para todo aquel que reconozca su
condición.
Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio. SAL. 51.1-4.
Dios te siga bendiciendo.
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