miércoles, 12 de octubre de 2011

Miembros peligrosos


Parece ser que todo humano tiene un enemigo en común: Uno mismo.


Hay una batalla interna diaria que muchas y lamentablemente hemos perdido; aunque Dios esta siempre dispuesto a ayudarnos nosotros también debemos poner de nuestra parte para que con nuestra vida honremos a Dios.


Hay varios miembros de nuestro ser que debemos tener presentes que son nuestros enemigos.


Corazón: Aunque “nadie” sepa lo que estamos maquinando en hacer con el solo hecho de pensar hacerlo realidad ya estamos ofendiendo a quien siempre esta ahí: Dios. JER.17.9 Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?


Ojos: Nuestros ojos pueden decirle a alguien más lo que nosotros estamos deseando profundamente, nuestra mirada nos puede llevar a pecar con el solo hecho de mirar, (Todo lo grande por algo pequeño inicia). Hay unas palabras muy radicales de Jesús con respecto a los ojos: MT.18.9 Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego. Si tus ojos son ocasión de pecar, evita y huye de todo aquello que puedes ver y es más fuerte que tu, no peques mirando.


Manos: Nuestras manos se convierten en las autoras materiales de nuestros deseos y pecados y una de la mejor manera de evitar esto es cortar todo contacto que nos pueda inducir a pecar contra Dios. MT. 18.8 Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno.


Lengua: Uno de los más pequeños de nuestros miembros pero a la vez quizá el más peligroso y difícil de controlar, procura en todo tiempo tener las Palabras de Dios en tu boca, así no habrá espacio para que nuestra lengua nos domine y pequemos más. SAN. 3.6 Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.


¿Si preguntarán quién es nuestro mayor enemigo? Sin dudarlo a parte de Satanás somos nosotros mismos; nuestros deseos y concupiscencias; la vanidad de la vida, los deseos de nuestra carne diariamente nos están empujando a pecar y así darle lugar al Diablo para que reine sobre nosotros. Esto no debe ser así, pues si Jesús es nuestro Salvador y Señor Él es quien debe reinar sobre nuestra vida; con oración, alabanza y la Palabra de Dios en nuestro corazón no daremos lugar a nuestros miembros a pecar. 


PR.3.3 Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; Átalas a tu cuello, Escríbelas en la tabla de tu corazón; Y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres.

Dios te siga bendiciendo.

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