lunes, 16 de julio de 2012

4 x 4, Cristianos Todo Terreno

Hace algunos meses, en enero para ser precisos, se desarrolló en Sudamérica el famoso “Rally Dakar”, esta competición anteriormente se desarrollaba entre Europa y África, sin embargo a partir del año dos mil nueve se lleva a cabo en Argentina, Chile y más recientemente en Perú, el Rally Dakar es una carrera que se desarrolla en diferentes terrenos como lodo, barro, arena, grava, etcétera; en ella compiten vehículos todo terreno modificados para poder hacer frente a las dificultades del trayecto; muchas personas han muerto durante la carrera por lo dura de la misma, pero sólo  los mas aguerridos se han quedado con el título de campeón.

Así como en el rally, en nuestras vidas nos encontramos con muchos terrenos o circunstancias distintas, cada una con dificultades y retos propios, en ocasiones nos encontramos tristes, enojados, alegres, furiosos, eufóricos o de cualquier otro estado de animo, sin embargo Dios nos llama a demostrar nuestra fe y convicciones aún en esos momentos, Él nos pide ser “Cristianos Todo Terreno”; es decir, personas que manifiesten su condición de creyentes no importando la situación que estén pasando; entiendo que como seres humanos nos es difícil mantener el temple en algunos momentos, existen lapsos en nuestras vidas en los que quisiéramos dejar aflorar nuestras emociones e instintos por encima de un carácter noble y apacible, con esto no me refiero sólo al enojo sino también a la mal llamada “sana diversión” que muchas veces hace relucir nuestro lado mas distraído de la moral cristiana.

Al hablar de “cristianos todo terreno” no me refiero solamente a serlo en todos nuestros estados de animo o a todas las circunstancias (buenas y malas) de nuestra vida, me refiero también a todo lugar literalmente, en nuestro trabajo, en nuestro hogar, en la universidad, en el centro comercial, en fin en cualquier lugar donde nos encontremos debemos brillar con la luz de Cristo, como un reflejo de su gloria y majestad, no debemos dejar que las circunstancias o el momento nos amedrenten de tal manera que olvidemos (o pretendamos olvidar) nuestra fe y condición como hijos de Dios, en todo lugar en el que estemos debemos hablar de nuestro Dios, no sólo con nuestras palabras sino también con nuestras acciones y con nuestra forma de conducirnos, la gente debe reconocer en nosotros ese “algo” especial que proviene de Dios.

En la Palabra de Dios encontramos una historia bastante particular, la Biblia relata que la noche en que aprehendieron a Jesús, Pedro prometió a nuestro Señor no negarle aunque eso le costase la vida misma, sin embargo abrumado por la presión del momento, con Cristo arrestado y estando en el patio de la casa del sumo sacerdote, al ser acusado como seguidor de Jesús Pedro negó al maestro a lo cual los que estaban ahí contestaron: “Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre” (Mateo 26: 73) entonces Pedro al ver su error, dice la Palabra de Dios, lloró amargamente por su falta, pues a pesar de su negativa no había podido disimular que era uno de los discípulos de Cristo, el Señor nos libre de tropezar de esa manera, antes bien, debemos ser imitadores de Cristo en todo tiempo, como dijo el Apóstol Pablo “Andad como hijos de luz”  (Efesios 5: 9).

Dejemos a un lado nuestra timidez y despojémonos de toda debilidad, así como aquellos vehículos que participan del rally, que son modificados para correr por todo tipo de terreno, así nosotros cambiemos las piezas débiles de nuestro corazón por aquellas que provienen de Cristo, las cuales son perfectas y lo suficientemente fuertes para soportar cualquier terreno, no importando lo suave y duro que este sea; en ningún momento dejemos de vivir y confesar al mundo nuestra fe y esperanza en nuestro Dios, no importa en que lugar nos encontremos o la situación que estemos viviendo debemos recordar que somos hijos de Dios, somos príncipes y princesas llamados a compartir la mesa del Rey de Reyes quién es nuestro padre, somos aquellos a los que Él escogió de entre todo el mundo para sí mismo y por lo tanto debemos comportarnos como tales, seamos esos “Cristianos todo terreno” que nuestro Señor espera que seamos, recordemos como dice aquel proverbio “No es de los reyes, oh Lemuel, no es de los reyes beber vino, Ni de los príncipes la sidra”, dejemos las debilidades de carácter para aquellos que no han conocido al salvador, pero nosotros que ya le conocemos demostrémosle en todo momento y situación.

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