
No sé si te identificas conmigo, pero desde que tengo memoria mi abuela nunca
me ha castigado, y si me ha regañado no ha sido tan dura, y siempre hay mucha
comida para mí como su nieto, y aunque no es el caso de todos los abuelos,
muchos generalmente lo hacen porque con sus hijos no pudieron hacerlo, ya sea
por recursos económicos, inexperiencia o la razón que haya sido.
De todos los abuelos que he tenido la oportunidad de conocer, tienen algo
en común; no sé si decir que son alcahuetos, o quieren darse una segunda
oportunidad para ser lo que no fueron con sus hijos. La mayoría son: cariñosos,
dadivosos, permisivos, etc.
Sino que cada uno es tentado, cuando
de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia (Abuela),
después que ha concebido, da a luz el pecado (Mamá,; y el pecado, siendo
consumado, da a luz la muerte (Hija). SAN.
1.14-15.
La Biblia dice claramente que morimos porque pecamos, el decidir pecar trae
una consecuencia: Morir.
Pero para que lleguemos a pecar debemos conocer primero a la abuela de la
muerte: la concupiscencia, y si
queremos cuidarnos y no tener consecuencias tan graves como la muerte, debemos
ser sabios y evitar a toda costa a la concupiscencia.
Para nosotros los hombres si pasa una mujer frente a nosotros debemos
evitar ser “atraídos y seducidos” o mujeres que quieren hablar de otras
personas deben evitar ser “atraídas y seducidas” y en todas las cosas que
sabemos que si le damos la oportunidad que nos domine engendraremos el pecado y
al consumarse puede tener una grave consecuencia: la muerte.
Es ahí donde empieza todo, en nuestra concupiscencia, y es lo que debemos
pedir a Dios que se glorifique en ella; no puede ser que nosotros como hijos de
Dios seamos dominados por el mal al contrario debemos dominar al mal con
nuestro bien y ahí cuando preferimos hacer lo bueno y no volver a ver a esa
mujer, a no levantar calumnias contra otra persona, etc. Donde decidimos seguir al Dios que nos llamó
para ser imitadores de Él y andemos en amor y reflejemos a todos donde sea que
vayamos quién es nuestro Padre.
Así que si esa abuelita de la muerte toca a tu puerta y tan gentilmente te
ofrece “unas galletitas horneaditas” o
un banquete hecho con “mucho amor” ciérrale la puerta en su cara y dile que ni
la quieres conocer. No necesitas ni abuelas, ni mamás, ni hermanos, ni tíos, ni
primos así. Con tu Padre Celestial y su gran familia es suficiente.
No permitamos contaminarnos con nada que tenga que ver con el pecado, la
Gracia de Dios es suficiente para seguir de pie, Él nos salvó, por lo tanto Él
es quien nos sostendrá en la prueba y la dificultad para llegar hasta el final.
No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal. ROM. 12.21
Dios te siga bendiciendo.
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